José Piga/Tensiones y desafíos desde el sur

jose pigaPor José Piga / Investigador del cluster Entorno Construido.

En alguno de sus cuentos Borges decía que la ciudad nos obliga a la esperanza. Lo que me resuena con la definición que David Harvey hace: la esperanza es una memoria que desea[1]. Esto es que podemos leer nuestro pasado y el presente para tener la voluntad de delinear un futuro. Hay que querer la sustentabilidad, hemos afirmado antes.

Después de escuchar las exposiciones que se hicieron en este coloquio, aparece que se precisa cambiar el eje de la dinámica que lleva nuestra sociedad urbana para centrarse en las personas y sus necesidades. La escala de los seres humanos, la local, la regional, es donde encontramos la riqueza de las ideas, las iniciativas, las particularidades y las concreciones. En todas las ponencias está la necesidad de integralidad, de articulación, de una visión holística.

De la riqueza que hay en la diversidad de planteamientos que se han hecho, distinguimos algunos que las atraviesan

Hay una convicción respecto de la necesidad de tener experiencias donde se ensayen capacidades, métodos y conceptos, donde se midan las presiones que estas experiencias pueden desatar, al tiempo que se abren campos de exploración teórica y práctica que van ampliando el campo de lo posible. La cantidad y calidad de las presentaciones, los tópicos abarcados, los espacios de trabajo y las escalas involucradas dan cuenta de un espectro de trabajo muy amplio, a partir de lo cual es impensable la alternativa de retrotraer las cosas: hoy la participación constituye un espacio de trabajo validado y en pleno desarrollo, en términos de generación de conocimiento y praxis, como también de metodología.

En las ponencias está convencimiento de que se está en un punto de inflexión en el despliegue del neoliberalismo y sus efectos sobre la ciudad y sus habitantes. Bussiness as usual ya no parece ser posible más: el modelo está efectivamente interpelado y se requieren ajustes de magnitud, si se trata de la sustentabilidad urbana y de la participación, una de sus condiciones imprescindibles.

Un tema que ha aparecido es la crisis del rol del Estado, uno que se mueve entre la ausencia de las políticas públicas y la colaboración con las dinámicas privadas. Se reclama la recuperación de una noción de lo público inclusiva y efectivamente dirigida a la creación de bienes públicos.

Es cierto que en una perspectiva de 10 o más años se ha avanzado importantemente pero no existen métricas que permitan saber cuanto se ha avanzado en cada ámbito. Como no existe planificación, es decir, cómo no se identifican avances en un horizonte temporal explícito, tampoco es posible tener referencia: cuánto más adelante estamos, respecto de que línea base? Se requiere entonces de voluntad para enfrentar esta indefinición y desnaturalizar la instalación de una suerte de permanente improvisación que es funcional con los saberes expertos y con “las cosas como son”, esto es, por definición, excluyentes y al mismo tiempo, inmutables. Esta subordinación a lo que aparece como natural, es una carga, un pasivo que se debe superar. Es la inercia de una impronta cultural que se instaló durante el régimen militar. Se debe pasar de la inmediatez y la reacción a la planificación. Esto a redefinir la capacidad de proponerse un futuro y su definición concreta.

Parece fundamental la generación de nuevas maneras de entender la normativa y la regulación: los planes reguladores, la definición formal de participación ciudadana, incluso el sistema de evaluación de impacto ambiental, entre otras legislaciones, no están dando abasto, no llenan los requerimientos actuales, no dan cuenta de las comunidades en sus territorios y de sus requerimientos; parecen formalidades más que instrumentos útiles.

Hubo varias presentaciones que, respecto de este punto, contrastan en tanto son ejercicios de imaginación colectiva, que empiezan a construir hoy un futuro. Es claro que si no lo hacemos nosotros, hay otros que lo harán. Es decir, otros, con otros intereses, tienen agendas muy claras y definidas con sus propias imaginaciones sobre el futuro.

Se requieren entonces nuevos repertorios y dispositivos que den cuenta de la escala que mencionábamos, la de las personas.

Sustentabilidad urbana y participación son términos ya inseparables y que requieren nuevas definiciones, nuevos repertorios y dispositivos de actuación y reflexión. Lo que escuchamos en el coloquio es la creación de estos nuevos escenarios.

[1] Ver la entrevista en el blog http://joseantoniopiga.wordpress.com/category/memoria/