Juan Antonio Carrasco/ Anteojos para ciudades miopes: Transporte público, intermodalidad y colaboración


6 de noviembre/ El Sur/ Juan Antonio Carrasco, investigador CEDEUS, profundiza en los síntomas de una «miopía» que padece la planificación de transporte y lo que implica la solución para cada uno.

De acuerdo con cifras oficiales, más de un cuarto de la población – entre la que me encuentro – vive con algún grado de miopía, condición en la que se ven con claridad objetos cercanos, pero borrosos los alejados. La planificación de transporte también puede padecer el problema de mirar solo el corto plazo, perdiendo de vista los aspectos más relevantes de nuestra vida en las ciudades, lo que nos obliga a estar atentos en identificar los síntomas de esa miopía.

Un primer síntoma implica desconocer los costos que el automóvil genera en nuestras ciudades, y que no están completamente internalizados por los automovilistas. En ese sentido, no solo es fundamental hacerse cargo de esos costos, sino que también privilegiar la inversión en transporte público y el espacio que se le entrega en las ciudades. Ello implica reconocer la relevancia que tiene la experiencia del viaje en aspectos como la comodidad, confiabilidad, y tiempo de desplazamiento. El actual impulso a mejorar los estándares y cobertura de buses y el Biotrén va precisamente en esa dirección.

Existe un segundo síntoma de la miopía urbana, quizás más oculto, y que consiste en pretender que la movilidad solo se va a solucionar si nos concentramos en un solo tipo de transporte o tecnología. Por el contrario, nuestras actividades y movilidad son intermodales, es decir, dependen de más de un modo de transporte, por lo que se requiere reconocer la necesidad de integrar las distintas etapas de nuestros viajes. En particular, es importante avanzar en la integración del sistema de transporte público, así como en darle un lugar relevante a la caminata, bicicleta y otros modos, que pueden ser un complemento clave a viajes realizados en buses o trenes. Así mismo, concentrarse en la tecnología como la solución central a los problemas de transporte es también una forma de miopía respecto a nuestras complejas necesidades de movilidad. Por ejemplo, un subsidio a la electromovilidad en automóviles sin consideraciones de equidad en la distribución de recursos y del  espacio urbano, puede ser una política regresiva, aún cuando impacte positivamente el medioambiente.

Finalmente, uno de los síntomas de miopía más graves en la planificación de transporte consiste en construir políticas de movilidad sin miradas colaborativas, que no consideren a todos los actores relevantes. Lo anterior implica reconocer que pueden existir conflictos o visiones distintas en estos procesos; sin embargo, la experiencia muestra la necesidad de identificar quiénes se ven beneficiados y quiénes perjudicados en estos procesos. De hecho, experiencias previas muestran que miradas integrales y de co-construcción con las comunidades generan proyectos de transporte mucho más sólidos. Así como la miopía es una condición bastante común, estos tres síntomas son muy frecuentes y requieren de esfuerzos importantes para superarlos. Los anteojos anteriormente expuestos, pueden servir de apoyo para ese desafío.

Fuente: El Sur