Waldo Bustamante/»Urge construir con eficiencia energética»

Publicado en La Segunda

El cambio climático existe. Hemos comenzado a constatar lo que los científicos previeron hace décadas. Sabemos que su causa principal está en la actividad humana a lo largo de nuestra historia, en la que permanentemente se han generado emisiones de CO2 y otros gases (llamados gases efecto invernadero (GEI)).  El CO2 se produce principalmente por la quema de combustibles fósiles (petróleo y derivados, gas natural y carbón) y puede permanecer en la atmósfera por más de un siglo, provocando el efecto invernadero e impactando en el cambio climático. En Chile central, el cambio climático provocará un aumento de las temperaturas extremas. Se incrementarán –por ejemplo- las máximas en verano, lo que hará que en el futuro los edificios se someterán a riesgos mayores de sobrecalentamiento.  En este escenario, en los edificios: ¿qué podemos hacer para disminuir sus emisiones de GEI y para mitigar el impacto que el cambio climático producirá en ellos?

Los grandes edificios de oficina y de retail que se han construido en los últimos años consumen alta cantidad de energía para aire acondicionado, incluso en ciertos días de invierno. Esto se debe a la generación de calor interno en estos edificios (personas, computadores, iluminación artificial) y por un diseño no adecuado al clima. La gran mayoría de las oficinas presentan una alta superficie vidriada en su fachada,  a través de la cual la radiación solar ingresa, generando sobrecalentamiento interior y/o uso intenso de aire acondicionado. En proyectos de investigación (FONDECYT) se ha concluido que en la mayoría de los edificios de oficina de Santiago y Valparaíso, el diseño de sus fachadas no se ha hecho con criterios de eficiencia energética. La energía eléctrica ineficientemente utilizada en estos edificios y que proviene principalmente  de combustibles fósiles, implica emisiones de gases de efecto invernadero que podrían haberse evitado. Las investigaciones señaladas han concluido que en el contexto de cambio climático, edificios que no incorporan mínimas estrategias de diseño eficientes, incrementarán significativamente su consumo energético en las próximas décadas. La aplicación de estrategias básicas de diseño arquitectónico, como orientación, limitación de la superficie vidriada en fachada  y el uso de protección solar permitirán disminuir sustantivamente la energía para aire acondicionado.

Los edificios públicos y de comercio no consumen más de un 5% de la energía país. Sin embargo, toda contribución para mitigar el impacto del cambio climático, independientemente de su magnitud, es relevante para la conservación del planeta. Así lo han entendido los países desarrollados donde se aplican regulaciones estrictas para el confort y eficiencia energética en todos los edificios. De este modo, en Chile, junto a regulaciones obligatorias de eficiencia energética a aplicar en el diseño de los edificios,  se deben establecer instrumentos para inducir el uso de sistemas eficientes de calefacción, aire acondicionado, iluminación y ventilación. Se conocen medidas para eficiencia energética que aplica el MOP en sus edificios, lo que es muestra de la factibilidad técnica y económica de aplicar obligatoriamente este tipo de estrategias.  A estas medidas se propone agregar en el futuro una evaluación de la energía consumida y las respectivas emisiones de GEI en la fabricación de materiales de construcción.

Por otra parte, el país ha dado pasos ejemplares en la generación eléctrica con energías renovables. La eficiencia energética en el diseño y construcción de edificios es complementaria a esta exitosa política pública. Ahora el desafío es que se incremente  el uso de energías renovables en la ciudad y que cada edificio incorpore lo más pronto en su diseño, sistemas solares para generación eléctrica (fotovoltaica) y para agua caliente sanitaria.

Respecto a viviendas, el sobrecalentamiento interior en gran parte del país es severo. Ello se puede mitigar con medidas de diseño y no con la proliferación de sistemas de aire acondicionado.  En nuestras casas también se pasa frío, la calefacción es a gas, parafina o leña en gran parte de los hogares (¿se talan los bosques para leña a la misma velocidad con que se reforesta?), con impactos graves en la salud de las personas por la contaminación intra-domiciliaria y de la ciudad. No basta con hacer uso de sistemas de calefacción más eficientes. Allí se debe actuar sistémicamente, es decir habrá que aplicar regulaciones obligatorias, con criterios de confort con uso eficiente de energía (que la reglamentación actual no provee) en el diseño arquitectónico de viviendas nuevas y en la rehabilitación de millones de casas existentes, mejorando la calidad de vida de sus habitantes. Por otra parte, en la ciudad se alcanzan temperaturas mayores que en su periferia (fenómeno de isla de calor). La infraestructura de calles y la alta densidad de edificios provocan este incremento de temperatura, crítico en verano, el que seguramente se manifiesta en los alrededores de los llamados guetos verticales. Una medida urgente frente a los efectos de islas de calor, agravado por el cambio climático, es el uso de parques y plazas en armonía con el tamaño y densidad de los edificios, desafío que debe estar incluido en toda política y norma de planificación urbana.

En suma, frente al cambio climático (y aun sin él), con urgencia deben aplicarse normas obligatorias para conseguir eficiencia energética en los edificios en todo período del año. Las propuestas existen, algunas están por años en los escritorios de la burocracia. Es urgente que estas medidas se apliquen, para beneficio de las generaciones actuales y futuras del país… y de un planeta en riesgo de extinción.