07 Ago Investigadora por confort térmico en Chile: “la normativa lleva años desactualizada y nuestras construcciones muy alejadas de un país OCDE”

Imagen: Interferencia
7 de agosto/Interferencia/ La académica e investigadora CEDEUS María Isabel Rivera apuntó a la necesidad de realizar cambios profundos a la forma en la que se construye en Chile para mejorar el bienestar en el hogar y el medio ambiente e impulsar la eficiencia energética a partir de un correcto aislamiento.
El confort térmico es uno de los componentes fundamentales para el bienestar en el hogar, la calidad de vida de las personas y el cuidado del medio ambiente. Sin embargo, la aislación térmica en las viviendas está lejos de alcanzar niveles óptimos y no complementan con eficiencia el uso de dispositivos de calefacción de leña, pellet, gas o eléctricos.
A pesar de que existen normativas e incentivos que apuntan a revertir esta situación, la falta de un cuerpo legal que responda de manera adaptativa a la diversidad de climas en Chile ha sido determinante. La Dra. María Isabel Rivera Barraza, académica de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la Universidad de Concepción e investigadora del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable UC-UdeC, ha investigado extensamente esta problemática y es crítica en cuanto a la normativa por no abordar apropiadamente el asunto.
“Lamentablemente, llevamos muchos años desde que se implementó la normativa térmica actual que sabemos que está muy desactualizada. Y más de 13 años se ha demorado la actualización de esa normativa. Por lo tanto, Chile está a años luz de los estándares y el nivel constructivo que hay afuera. De esa forma, nuestras casas y lugares de trabajo están muy alejados de las condiciones ambientales que deberíamos tener como un país de la OCDE. Eso se traduce en que muchas veces hemos normalizado el concepto de pasar frío en invierno o pasar calor en verano”, afirmó en conversación con Interferencia.
Además, a juicio de Rivera, “el sector construcción ha estado muy lento en mejorar los estándares porque no hay una obligatoriedad en la normativa que indique que se tiene que construir con mejor calidad. Lo que hoy está ocurriendo producto de esta demora de actualización de la normativa a nivel nacional, es que se han impulsado estos planes de descontaminación atmosférica, como el que entró en vigencia en Concepción hace unos años, y son instrumentos que han servido para actualizar la normativa de forma local”.
La académica se refiere al caso de la capital del Biobío, donde aplica el Plan de Prevención y de Descontaminación Atmosférica para las comunas de Concepción Metropolitano, mientras que a nivel nacional la normativa térmica está alojada en el Artículo 4.1.10 de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcciones.
Consultada por una definición de concepto de confort térmico, la investigadora expresó que “hay varias definiciones, pero la más utilizada en la actualidad en la literatura hace referencia a cuando te sientes cómodo en un lugar y no tienes ningún elemento que te esté generando disconformidad o malestar. Es bien amplio el concepto, puesto que no está asociado sólo a la temperatura. Hay otras variables que inciden en esa percepción del espacio con variables medibles como temperatura, velocidad del aire o humedad. Pero también es muy importante el factor que es más subjetivo, como el nivel de actividad física que puede tener tu organismo o el nivel de aislación que tienes en la ropa. Eso va a estar determinado por tu cultura o tu ubicación geográfica. De esa forma, en otros países el confort puede ser distinto a lo que ocurre en Chile. Por ello tiene componentes objetivos y subjetivos”.
Sobre el tema de eficiencia energética en las construcciones, Rivera apuntó que “muchas veces se utilizan estos conceptos de forma intercambiada. Es importante entender que en algunas ocasiones en los medios se habla de confort térmico referido a esta relación entre temperatura y la comodidad ambiental que tienes en un espacio. Eso está vinculado a la calidad constructiva que tienen las viviendas. Una forma de relacionarlo, y es la analogía que siempre hago, es el nivel de aislación o abrigo en términos de capas para enfrentar una situación de frío en el exterior. En una edificación ocurre exactamente lo mismo”.
“Cuando nosotros en arquitectura consideramos la calidad ambiental de un edificio, una de las variables es la temperatura y qué tan abrigado se encuentra el ambiente interior respecto del exterior, qué tan resguardado está. Y una forma de evaluarlo es el nivel de resistencia que tiene. Si simplificamos el concepto y lo traducimos al tema de la aislación, es una de las variables que se consideran pero no la única. Por ejemplo, al tener filtraciones de aire, tener orificios en la envolvente, eso va a permitir que el aire frío del exterior ingrese generando un ambiente más inestable”, sostuvo.
Estado actual
Para dar respuesta a las deficiencias en aislación térmica, las personas actúan según lo que le permiten sus conocimientos. Rivera explicó que durante la pandemia participó en la realización de un estudio donde vieron las soluciones alternativas empleadas por la gente para capear el frío: “vimos que la mayoría de las personas prefiere acostarse más temprano, lo que va en desmedro de la actividad familiar, y sobre todo en las familias de menos recursos. No todos los grupos familiares tienen acceso a la calefacción eléctrica, y las personas con pocos recursos buscan soluciones de este tipo para tratar de resguardarse”.
La situación ha conducido no solo a que las personas sufran extremos de frío o de calor producto de la mala aislación, sino también que precipita problemas en su bienestar y salud, agregó la investigadora de Cedeus, provocando un aumento de enfermedades respiratorias y otras afecciones vinculadas a las malas condiciones ambientales.
“Esto tiene un impacto no solo en el interior de las viviendas, sino que también afuera. La calidad del aire en ciertas horas es insalubre, sobre todo después de las 17:00 horas. La normativa actual es muy permisiva, permite un rango de material particulado más alto que lo que toleran las normativas internacionales”, explicó Rivera.
Para mejorar el panorama, la arquitecta y docente de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía aboga por cambios significativos en la normativa y mayores inversiones en políticas públicas, sumando las voluntades de los sectores involucrados.
“Hay que hacer pronto un cambio en la normativa que tenemos y poner mayores exigencias, tanto para las viviendas nuevas como para las que ya existen. Por otro lado, debe haber una inyección de fondos para los subsidios de reacondicionamiento de viviendas existente”, manifestó.
“Tenemos un amplio banco de viviendas que no están construidas con estándares de calidad. Además, hay que mejorar y aumentar el capital humano y la fiscalización, y así asegurar la calidad constructiva de las viviendas. Desde el punto de vista térmico se suele construir en general bajo una muy mala calidad, no así desde otros aspectos como la normativa sísmica. Hay que actualizar las políticas públicas, que sean más arraigadas a la realidad local. Es muy caro calefaccionar de manera eléctrica, y debería haber políticas que subsidien los gastos del consumo eléctrico en invierno”, reflexionó.