Juan Antonio Carrasco/Alimentación, educación y tiempo como políticas de transporte

Diario de Atacama / 8 de enero de 2019 / Por Juan Antonio Carrasco, Ingeniero en Transportes e investigador principal de CEDEUS.

Concentrar únicamente las políticas de transportes en las necesidades de viajar más y más rápido tiene el riesgo de dejar en segundo plano la complejidad del contexto urbano en que se realizan nuestros viajes. En efecto, el sistema de transporte depende fuertemente de cómo las actividades se encuentran distribuidas en la ciudad y a qué hora ocurren, lo que implica que debemos superar distancias e invertir tiempo en realizarlas. Aún más, la relevancia del sistema de transporte va más allá de los viajes al trabajo, en donde la educación, compras y entretención son importantes propósitos acorde con los datos chilenos, tocando una gama variada de políticas públicas en la ciudad.

Por ejemplo, la alimentación saludable también tiene una mirada de transporte, y se manifiesta en cuán accesible se encuentran los lugares de venta de frutas y verduras. En ese sentido, poner en valor las ferias libres en la provisión de alimentos accesibles en precio y distancia a muchos hogares es también una política de transporte. Lo anterior implica revalorizar estos espacios vecinales como alternativas claves no solo para la promoción de la venta de frutas y verduras, sino para la promoción de viajes de este tipo en modos no motorizados. Un segundo ejemplo corresponde a la educación primaria y secundaria, cuya cantidad de viajes en las mañanas son mayores que los de propósito de trabajo en varias ciudades chilenas. Por lo anterior, promover una oferta educacional de calidad que permita que las escuelas preferidas por las familias se en=men en el mismo barrio de sus hogares, no solo es una medida de justicia educacional, sino que también espacial. Más aún, es una medida no solo eficiente, sino que promueve la caminata y la bicicleta en los más jóvenes, aspecto clave para influenciar de manera positiva sus actitudes hacia modos de transporte más sustentables.

Finalmente, una mirada más integral de políticas de transporte no solo implica concentrarnos en el espacio, sino que el tiempo. En efecto, muchas decisiones de transporte no se relacionan únicamente con las distancias, sino que con variables temporales, relacionadas, por ejemplo, a llorados rígidos de actividades fundamentales. De esta forma, promover la flexibilidad en horarios a actividades tan variadas como salas cunas, trámites, y servicios, es también una manera de aumentar la accesibilidad y justicia a bienes y servicios en nuestras ciudades. Por ello, el desafío implica ir más allá de la mirada sectorial, entendiendo que viajar más lejos y rápido no es la única respuesta para mejorar nuestro sistema de transporte.

Fuente: ISCI y Diario de Atacama.



Juan Antonio Carrasco/Alimentación, educación y tiempo como políticas de transporte

Diario de Atacama / 8 de enero de 2019 / Por Juan Antonio Carrasco, Ingeniero en Transportes e investigador principal de CEDEUS.

Concentrar únicamente las políticas de transportes en las necesidades de viajar más y más rápido tiene el riesgo de dejar en segundo plano la complejidad del contexto urbano en que se realizan nuestros viajes. En efecto, el sistema de transporte depende fuertemente de cómo las actividades se encuentran distribuidas en la ciudad y a qué hora ocurren, lo que implica que debemos superar distancias e invertir tiempo en realizarlas. Aún más, la relevancia del sistema de transporte va más allá de los viajes al trabajo, en donde la educación, compras y entretención son importantes propósitos acorde con los datos chilenos, tocando una gama variada de políticas públicas en la ciudad.

Por ejemplo, la alimentación saludable también tiene una mirada de transporte, y se manifiesta en cuán accesible se encuentran los lugares de venta de frutas y verduras. En ese sentido, poner en valor las ferias libres en la provisión de alimentos accesibles en precio y distancia a muchos hogares es también una política de transporte. Lo anterior implica revalorizar estos espacios vecinales como alternativas claves no solo para la promoción de la venta de frutas y verduras, sino para la promoción de viajes de este tipo en modos no motorizados. Un segundo ejemplo corresponde a la educación primaria y secundaria, cuya cantidad de viajes en las mañanas son mayores que los de propósito de trabajo en varias ciudades chilenas. Por lo anterior, promover una oferta educacional de calidad que permita que las escuelas preferidas por las familias se en=men en el mismo barrio de sus hogares, no solo es una medida de justicia educacional, sino que también espacial. Más aún, es una medida no solo eficiente, sino que promueve la caminata y la bicicleta en los más jóvenes, aspecto clave para influenciar de manera positiva sus actitudes hacia modos de transporte más sustentables.

Finalmente, una mirada más integral de políticas de transporte no solo implica concentrarnos en el espacio, sino que el tiempo. En efecto, muchas decisiones de transporte no se relacionan únicamente con las distancias, sino que con variables temporales, relacionadas, por ejemplo, a llorados rígidos de actividades fundamentales. De esta forma, promover la flexibilidad en horarios a actividades tan variadas como salas cunas, trámites, y servicios, es también una manera de aumentar la accesibilidad y justicia a bienes y servicios en nuestras ciudades. Por ello, el desafío implica ir más allá de la mirada sectorial, entendiendo que viajar más lejos y rápido no es la única respuesta para mejorar nuestro sistema de transporte.

Fuente: ISCI y Diario de Atacama.