Jonathan Barton/Globalización y urbanización: Superando la fragilidad de la dependencia

Jonathan- BartonPor Jonathan Barton / Director del CEDEUS e investigador principal del cluster Planificación Integrada

Foto portada: (C) Proyecto Hales / Codelco

La historia de las ciudades está basada en su raison d’être económica desde la transición de comunidades autónomas de subsistencia a asentamientos humanos comerciales. Como consecuencia, el destino de la gran mayoría de las urbes está en manos de otros.

Chile sufre fuertemente de esta dependencia y vulnerabilidad. Durante el último mes ha habido dos tendencias internacionales que influyen de manera importante en esta condición de dependencia: la baja en el precio de los hidrocarburos y la disminución del valor del cobre.

La planificación urbana y el urbanismo miran hacia dentro de las ciudades para ordenarlas. No obstante, sin actividad productiva, empleo, ingresos e impuestos, la muerte urbana está anunciada. Desde Humberstone a Lota, hay evidencia de esta fragilidad. La planificación urbana es planificación económica: una comprensión no solamente de generación de actividad y empleo, sino de resiliencia frente a los cambios abruptos, en este caso, modificaciones en precios de commodities.

En el caso del petróleo, el precio ha caído 50% en seis meses. Las implicancias en términos de la energía urbana en calefacción, motorización y producción industrial son profundas. Eso se traduce en cada vez menos opciones para energías renovables no convencionales, más uso de vehículos privados, menos inversión en los cambios estructurales de cómo energizamos nuestras urbes, y más contaminación potencial a nivel local y en términos de gases de efecto invernadero (cambio climático). Políticas, planes y programas planificados con anticipación, análisis costo-beneficio, y mucha discusión y participación pueden ser fuertemente debilitados por estos cambios generados a miles de kilómetros. Ello refleja una fragilidad y dependencia frente a la capacidad de generar cambios estructurales profundos en la planificación urbano-regional.

La demanda de cobre en China es, probablemente, el indicador principal para el desarrollo urbano de las ciudades del norte de Chile. Por eso, una baja de 8% durante la semana pasada enciende la alarma no solamente en las empresas sino que en las administraciones públicas locales y regionales. Este salto negativo sigue una tendencia a la baja desde inicios de 2011.

Todas las estrategias e inversiones en planificación urbana deben tomar en cuenta esta tendencia de la globalización. Las ciudades no son islas. Como Potosí y Detroit, tienen sus momentos de gloria y su pérdida de raison d’être, definida por mercados lejanos.

La dos conclusiones que se pueden extraer de esta fragilidad de la dependencia son: primero, que las economías urbano-regionales deben ser lo más diversificadas posibles (a pesar de las limitaciones de la enfermedad holandesa) para reducir cambios abruptos y los impactos negativos socio-económicos y ambientales que resultan; segundo, que la planificación urbana y regional debe reforzar su preocupación por las dimensiones productivas para anticipar oportunidades y amenazas, y para asegurar que los intereses privados no generen mayor fragilidad en el corto y mediano plazo, que termina siendo una carga pública, con el Estado como prestamista de última instancia.