Documento n°1 para Políticas Públicas/
Las inequidades de la movilidad urbana

Solo uno de cada cuatro viajes en el Gran Santiago se realiza en automóvil, pero las inversiones en infraestructura pública realizadas desde 2009, muestran que se favorece a los sectores de alto ingresos, quienes son los principales usuarios de automóviles.

El documento Inequidades MovilidadUrbana_CEDEUS_2019 , en base a una investigación de Ignacio Tiznado, Juan Carlos Muñoz, Vicente Iglesias y Francisca Giraldez, indaga en la distribución del uso del sistema de transporte, los recursos consumidos y los costos generados en relación a cinco grupos socioeconómicos (quintiles de ingreso por hogar).

En cuanto al diagnóstico de la movilidad, el quintil más rico efectúa cerca del 50% de sus viajes en automóvil y un 20% caminando, versus el quintil más pobre, que realiza el 50% de sus desplazamientos caminando y solo un 5% en automóvil.

Respecto a la contaminación, el 90% de las 48.400 toneladas de contaminantes (CO2, NOX y MP 2,5) generadas en Santiago provienen de los automóviles y dado su alto uso en los quintiles de más altos ingresos, el quintil más rico genera 6.7 veces más contaminantes que el quintil más pobre.

En cuanto a la energía, de las 5.300 toneladas de petróleo que se consumen diariamente en transporte en Santiago, el 91,3% corresponde al uso del automóvil, lo que se traduce en este caso, que el quintil más rico consume 7 veces más energía que el quintil más pobre.

En cuanto a accidentabilidad, si bien no es posible identificar a qué quintil corresponde cada persona que protagoniza un accidente, sí es posible observar que la tasa de accidente por modo de transporte es mucho mayor en automóvil. En este sentido, dado que el quintil de mayores ingresos utiliza 5.3 veces más este medio, lo anterior contribuye 6.8 veces más que el conjunto de los otros modos a la generación de accidentes.

Otro aspecto analizado fue la inversión en infraestructura que beneficia a cada grupo considerando (1) inversión fiscal destinada a cada modo de transporte y (ii) la cantidad de M2 en servicios que invierte el sector privado en distintas comunas de la capital. Los datos entre 2010 y 2016, muestran que la inversión en modos activos (caminata y bicicleta) es menos del 3% mientras que las mayores inversiones se destinan a Metro y autopistas.

En cuanto al gasto en transporte que deben hacer las personas para desplazarse en la ciudad, se observa que los dos quintiles de menos ingresos deben gastar más del 27% de sus ingresos en transporte público, mientras que el quintil más rico gasta el 10% de sus ingresos en transporte (y lo hace mayoritariamente en auto).

Esta situación muestra las inconsistencias entre un discurso que busca promover los modos sustentables, y las inversiones reales que favorecen el uso del auto y a los quintiles de altos ingresos. Los proyectos actuales buscan dan respuesta a la alta tasa de viajes en automóviles, en vez de promover un cambio en la movilidad.

La falta de planificación simultánea en transporte y uso de suelo colabora con un sistema de transporte que alimenta la segregación urbana en vez de buscar una ciudad policéntrica.
Entre las propuestas de este documento se lee: “parece lógico avanzar hacia una política que vele por el uso racional del automóvil y el cobro de los costos reales que genera este modo en la ciudad a través de, por ejemplo, el aumento de los costos de estacionamientos y del permiso de circulación y la tarificación vial. Los costos que genera en la sociedad son desproporcionados al uso real, ya que solo 1 de cada 4 viajes en Santiago se realizan en este modo”.