29 Mar Sebastián Astroza/La ciudad que necesitamos
Diario El Sur/ 29 de marzo 2020/ Columna de Sebastián Astroza, Investigador del Centro de Desarrollo Urbano Sustentable CEDEUS, y Académico de la Facultad de Ingeniería UdeC.
Hace algunos días el gobierno regional y el MOP firmaron el convenio de programación de inversión que permitirá ampliar a doble vía la costanera entre calle Esmeralda en Concepción y Binimelis en Lonco. Si bien este proyecto (de aproximadamente 30 mil millones de pesos) ha sido catalogado por sus mismos impulsores como “visionario” y “estratégico”, hace preguntarnos si realmente existe una planificación urbana de nuestro Gran Concepción. Agrandar las calles para solucionar los tacos es el equivalente a comprarse pantalones más grandes cuando se está engordando. Como ha pasado en diversos lugares del mundo, inversiones millonarias para aumentar el número de pistas de una calle simplemente se traducen en un aumento de viajes en automóvil. Viajar en auto se hace más atractivo. Muchos hacen viajes que no hacían antes (innecesarios), e incluso algunos compran vehículos ante esta nueva “alternativa mejorada”. Ha sido demostrado teórica y empíricamente: el tráfico se comporta como un gas que a la larga ocupará todo el espacio disponible y, al aumentar su capacidad, los tiempos de viaje están lejos de disminuir (es más, aumentan).
El problema no es sólo de tiempos de viajes. El automóvil es el modo de transporte menos eficiente en términos de espacio y emisiones de contaminantes. ¿Realmente queremos seguir fomentando este modo de transporte ante la crisis climática en que nos encontramos? ¿Por qué no apostamos por otros modos de transporte más “verdes” como la bicicleta o el transporte público? Si bien el proyecto de costanera Chiguayante contempla la construcción de una ciclovía, no está clara su longitud y si logrará conectarse con el resto de ciclovías de la ciudad (las cuales, por cierto, aún no cumplen con los estándares exigidos por la nueva Ley de Convivencia Vial). No olvidemos que, a pesar de tener una cantidad considerable de kilómetros de ciclovías construidos en el Gran Concepción, lamentablemente no son una red de vías conectadas. Por otro lado, el transporte público de nuestra ciudad tiene grandes fortalezas (como cobertura y frecuencia), pero también grandes falencias. No podemos contentarnos con paraderos sin mantención y una flota vieja que no cumple con el estándar de una ciudad desarrollada. ¿No sería una mejor idea proveer un corredor de buses (nuevos y cómodos) en la costanera Chiguayante? Tampoco sirve dejar de invertir en la infraestructura para automóviles si no somos capaces de ofrecer una alternativa atractiva. Cabe preguntarse entonces, quiénes son los usuarios de estos modos que, al día de hoy, son menos atractivos. ¿Andan en micro aquellos que se ven obligados a hacerlo? ¿Quiénes tienen acceso al automóvil en nuestra ciudad? ¿Quiénes se ven favorecidos por la inversión recién anunciada? La Encuesta Origen Destino del Gran Concepción (Secretaría de Transporte, 2015) muestra una clara tendencia de acceso y uso del automóvil por los sectores de altos ingresos.
No planteamos que todas y todos debamos andar en bicicleta o micro. Tampoco que el futuro esté totalmente enfocado en viajar. Imaginemos que podemos converger en ciudades donde se viaje menos frecuentemente y en distancias más cortas. Sin embargo, cualquier ciudad que quiera desarrollarse debe proveer de medios de transporte sustentables que sean alternativas competitivas con el automóvil. La única manera de hacerlo es invirtiendo más en esos modos sustentables y menos en la infraestructura para automóviles. Es una urgencia ante la crisis climática que vivimos y es una obligación en estos tiempos de crisis social. Una ciudad con alternativas de transporte sustentables es lo que necesitamos. En un año de decisiones y discusión, demostremos que también es la que merecemos.
Fuente: Diario El Sur.