15 Jul Francisco de la Barrera/ Desde la pala hasta la política pública: más árboles para fortalecernos contra incendios
13 de julio/ El Sur/ En esta columna, el investigador CEDEUS Francisco de la Barrera reflexiona sobre una experiencia de restauración comunitaria en San Pedro de la Paz y Penco, donde ciencia, ciudadanía y gobiernos locales se unieron para plantar más de 1.700 especies nativas y fortalecer la resiliencia de dos ecosistemas clave frente a incendios forestales.
Junio nos dejó una experiencia memorable. En el marco del proyecto “Portafolio de soluciones para fortalecer la resiliencia frente a incendios forestales: una aproximación comunitaria y sistémica para la planificación y gestión del territorio«, financiado por el Ministerio de Ciencia, intervenimos en dos ecosistemas social y ecológicamente relevantes: la Laguna Junquillar, la tercera laguna de Concepción —en camino a su reconocimiento como humedal y, ojalá, parque municipal—, y el Fundo Coihueco de Penco, espacio colectivamente levantado con el sueño de convertirse en el Parque Para Penco.
En San Pedro de la Paz, convocamos a voluntarias y voluntarios junto a la Corporación Junquillar, vecinos del sector y la Municipalidad de San Pedro de la Paz. En el Fundo Coihueco, propiedad de Arauco, lo hicimos junto a la Corporación Parque Para Penco, otras organizaciones, vecinos y la Municipalidad de Penco. Con las y los voluntarios, venidos desde distintos puntos, tomamos palas, rozones, azadones, rastrillos y machetes para limpiar y plantar. Plantamos árboles, arbustos e incluso helechos, todos nativos. El apoyo de las direcciones de Aseo y Ornato fue clave en la limpieza con maquinaria, así como también lo fue la colaboración de las direcciones de Medio Ambiente en San Pedro y Secplan en Penco.
Fueron varias jornadas de plantación en las que hicimos restauración comunitaria, reuniendo saberes y experiencias. No solo plantamos porque es bello plantar: lo hicimos como resultado de un proceso de investigación que comenzó a fines del año pasado, evaluando necesidades de resiliencia frente a incendios forestales, posibles soluciones y acciones urgentes y pertinentes. Esas opciones fueron filtradas junto a instituciones como MINVU, Conaf, Senapred, MMA o las municipalidades, y luego priorizadas con organizaciones locales y habitantes del territorio. Así llegamos a acciones concretas, donde limpiar y preparar el terreno fue una tarea mayor. Esa limpieza no fue casual: tuvo como objetivo principal reducir el riesgo de incendios, al igual que lo que plantamos y cómo lo plantamos.
El resultado: 1.150 plantas en Junquillar y 600 en Penco.
Todavía quedan tareas por hacer: instalar señalética, terminar de enmallar cada planta, pero el trabajo más duro (y emocionante) ya pasó. Esperamos que puedan visitar estos dos ecosistemas, hoy un poco más fortalecidos frente a las amenazas de incendios, y que sigan creciendo como espacios que protegen a sus territorios y a quienes los habitan.
