Maureen Trebilcock / Del paradigma sustentable y al regenerativo: desafíos para el diseño arquitectónico y urbano

Imagen: Siderúrgica Huachipato

30 de octubre/ Negocio & Construcción/ En esta nueva columna la investigadora CEDEUS Maureen Trebilcock realiza un breve analisis de la construcción sustentable en Chile, llamando no sólo a  minimizar el impacto, sino también restaurar y regenerar ecosistemas.

Durante los últimos años, Chile ha avanzado sustancialmente en materia de construcción sustentable, tanto en el ámbito de las políticas públicas como en las normativas, los sistemas de certificación y el desarrollo de nuevos proyectos. Destacan iniciativas consolidadas como la Calificación Energética de Vivienda (CEV), la Certificación Edificio Sustentable (CES) y la actualización de la Reglamentación Térmica de la OGUC. Más recientemente, la Estrategia de Economía Circular en la Construcción y el compromiso de elaborar una Estrategia de Construcción en Madera al año 2028 complementan este camino.

Desde comienzos del siglo XXI, la lógica dominante de la construcción sustentable ha sido minimizar los impactos ambientales, orientándose a controlar la contaminación y mitigar los efectos del cambio climático. Su principal pilar ha sido la eficiencia en el uso de recursos energéticos y materiales. Sin embargo, la magnitud de la crisis climática actual exige ir más allá de la lógica del «menor impacto posible”. Ya no basta con reducir los daños: es tiempo de sanar.

El paradigma del diseño regenerativo propone una mirada renovada. No se centra solo en la eficiencia, sino en la capacidad de los proyectos arquitectónicos y urbanos para restaurar y regenerar los ecosistemas. En lugar de aspirar simplemente a contaminar menos, busca aportar positivamente al entorno.

Este enfoque parte del diagnóstico del territorio local para diseñar soluciones que imiten los procesos naturales. Los principios de biofilia, economia circular y permacultura urbana encuentran aquí un terreno fértil. Así, un proyecto regenerativo no solo busca consumir menos agua, sino devolverla limpia al ecosistema; no solo disminuir residuos, sino transformarlos en recursos; no solo reducir la huella de carbono, sino capturar carbono mediante vegetación y materiales vivos. En esta línea, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU) ha impulsado recientemente el Catálogo de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN), que reúne acciones destinadas a proteger y restaurar ecosistemas naturales o modificados.

Comienzan también a surgir experiencias en esta dirección, como el proyecto Panal, de AYMA Arquitectura y Medio Ambiente, en Peñalolen, que integra vivienda, trabajo y naturaleza. Levantado sobre un terreno degradado, destina cerca del 90% de su superficie a areas verdes y jardines nativos, incorpora un humedal artificial para reutilizar aguas grises y emplea materiales naturales y reciclados que reducen su huella de carbono. También el proyecto Las Salinas, en Viña del Mar, busca transformar un antiguo terreno industrial contaminado en un nuevo barrio sostenible. Mediante un proceso de biorremediación del suelo, pretende recuperar el ecosistema y crear un entorno mixto con viviendas, áreas verdes y espacios públicos, priorizando la restauración ecológica.

Estos ejemplos muestran que los proyectos regenerativos abarcan escalas mayores que la del edificio como objeto, articulando dimensiones arquitectónica y urbana para generar barrios o complejos que logren los impactos positivos esperados. Esto requiere interdisciplinariedad y participación activa, de manera que arquitectos, ingenieros, ecólogos, paisajistas y comunidades co-diseñen los proyectos desde una comprensión sistémica del lugar. También demanda medir los impactos más allá de la eficiencia, incorporando indicadores de biodiversidad, salud y bienestar psicológico, y explorar soluciones que trasciendan los materiales de construcción tradicionales.

Uno de los lineamientos más potentes del diseño regenerativo es la remediación de terrenos degradados por la actividad industrial. Sería inspirador que industrias emblemáticas, como la recientemente cerrada siderúrgica Huachipato, pudieran dar paso a proyectos urbanos capaces de regenerar suelos y biodiversidad en entornos naturales privilegiados.

Aunque esta industria pesada plantea desafíos mayores de remediación que otros sectores de menor complejidad, resultaría ejemplar que Huachipato -como complejo siderúrgico histórico del Biobío- se transformará en un laboratorio vivo de transición ecológica, integrando economía circular, energías renovables, captura de carbono y rehabilitación de paisajes industriales. El borde costero de Talcahuano y sus áreas aledañas ofrecen un enorme potencial para reconvertir suelos degradados y reconectarlos con los ecosistemas costeros y humedales. Un proyecto regenerativo en esta zona podría restaurar biodiversidad, crear infraestructura verde y ofrecer espacios públicos productivos.

Fuente: Negocio & Construcción