Francisco de la Barrera/ Chile al 2050

20 de Agosto/ El Sur/ Francisco de la Barrera, investigador CEDEUS, fue uno de los expertos invitados por el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para el Desarrollo para participar de “Chile Crea Futuro al 2050”. En esta columna, el investigador reflexiona en torno a esta actividad.

Durante el primer semestre de este año fui parte del ejercicio de anticipación “Chile Crea Futuro al 2050”, convocado por el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación para el Desarrollo. La instancia reunió a más 100 expertos a imaginar el país que queremos totalmente nuevo, con miras al 2050. El trabajo se orientó a cuatro fenómenos de cambio: dos de ellos como fuerzas transformadoras, asociadas a la revolución digital y la revolución biológica, y dos preocupaciones: la crisis de la democracia y además la sustentabilidad de la vida en el planeta, que fue la mesa en la que participé junto a colegas de diferentes sectores de la sociedad y con diversas trayectorias profesionales y políticas.

El ejercicio central -que no se puede analizar en forma convencional- consistió en discutir sobre escenarios futuros, en virtud de variables de contexto nacionales e internacionales, de manera de construir un escenario con un Estado democrático altamente capaz y con una alta preservación de biósfera y su biodiversidad.  Tal como plantea parte del informe final donde se indica, en primer lugar, la importancia de comprender que nuestra prosperidad —tanto social como económica— está ligada a la preservación de una naturaleza sana; y, en segundo, la necesidad de que el Estado desempeñe un papel efectivo y eficiente en los territorios, lo que requiere modernizar la gestión pública enfocada en las personas, aprovechando las tecnologías digitales.

El documento también enfatiza que, hoy más que nunca, las promesas de bienestar y equidad social requieren un compromiso transversal con promover un desarrollo económico sostenible, planteando la necesidad de integrar la sustentabilidad como un pilar fundamental en la toma de decisiones, tanto en el ámbito público como en el privado.

Esta visión de Estado, con una mirada de sustentabilidad que puede y debe irse instalando para que sea abrazada por todos los actores del país, implica una profunda comprensión de nuestra dependencia de la naturaleza, de más y mejor democracia, de mejores acuerdos basados en ciencia ética y de la revolución digital para, por un lado, dar dirección a las posibilidades que aporta la revolución biológica que contribuyan a la salud y bienestar y, por otro, que facilite las tareas cotidianas para todas y todos. De esta manera, estos ejes integrados implican una incidencia alta del mundo científico, en lógica transdisciplinaria, reconociendo diferentes perspectivas y saberes.

Asimismo, depende de una toma de decisiones con gobernanzas fuertes, co-creativas, basadas en evidencia, que den un marco ético al desarrollo tecnológico. Así, y solo así, podremos enfrentar y superar las amenazas a la calidad de vida, la inclusión y desafíos del desarrollo como la escasez hídrica o la pérdida de empleos. Del mismo modo, será posible responder a los desafíos globales que incidirán a nivel local, por disponer de sustentabilidad y resiliencia tanto en las nuevas esferas para la toma de decisiones de impacto nacional, regional o comunal, como en los territorios donde la sustentabilidad de la vida se juega día a día.

Esperemos que el esfuerzo de anticipación llegue a quienes tienen responsabilidades de liderazgo, y que al 2050 podamos estar satisfechos del trabajo hecho durante años para asegurar la sustentabilidad y, esperemos, para garantizar la vida en el planeta.

Fuente: El Sur