18 Ene Carolina Rojas/La vía de la sustentabilidad: caminar más, conducir menos y más áreas verdes
Por Carolina Rojas Q. / Investigadora del cluster Acceso y Movilidad
La dotación de áreas verdes se ha difundido exitosamente como un indicador clave para la sustentabilidad de las ciudades. Supuestamente, nueve metros cuadrados de áreas verdes por habitante serían necesarios para nuestro bienestar. Este umbral, aunque poco claro, ha desatado la competencia entre las ciudades del mundo por un mejor estándar. Nos preguntamos cuál tiene más áreas verdes: Nueva York, Vancouver, Estocolmo, Ámsterdam, suenan familiares en ranking, fortaleciendo un concepto de ciudad más amplio, como las green cities.
De acuerdo al último informe de Green City Index, una de las ciudades con más áreas verdes del mundo es Copenhague (Dinamarca). Ahí, para incrementar aún más su dotación, se impulsan proyectos innovadores como los pocket parks, cuyo objetivo es que el 90% de los ciudadanos pueda caminar a un área verde en menos de 15 minutos. En Latinoamérica, la ciudad mejor posicionada es Curitiba, con más de 50 metros cuadrados de áreas verdes por habitante.
Según el informe de la OECD (2013), en Chile las ciudades tienen en promedio solo cuatro metros cuadrados de áreas verdes per cápita, debiendo mejorar en dotación. Un aumento en el metraje sería ideal para los rankings, pero ¿qué sucede con la equidad? ¿Qué ocurriría si se logra en promedio una buena dotación de áreas verdes pero no tenemos accesibilidad para llegar a estas?
Aquí entra en juego otro indicador: la proximidad. Se debe considerar una cierta distancia como área accesible. ¿Qué distancia? 100, 300, 500 o 1.000 metros. Utilizando el umbral que sea, es probable que las dotaciones suban, ya que solo se verán beneficiadas las personas que viven dentro de esta área de cobertura. Despejando las dudas, English Nature (2003) sugiere un valor estándar de 300 metros para áreas verdes de al menos dos hectáreas, presumiendo que un adulto promedio como mínimo caminaría eso. En resumen si contamos con áreas verdes accesibles a una distancia no superior a este umbral desde nuestros hogares, tendríamos una mayor probabilidad de usarlas y recibir los beneficios físicos, sociales y sicológicos que proveen.
Sin embargo, sabemos que el uso de las áreas verdes dependerá de si planeamos alguna de nuestras actividades diarias en ellas, si estas son de calidad y del modo en el que accedemos. Entonces, surgen más interrogantes: ¿Recibiremos los mismos beneficios si vamos caminando, en transporte público, auto o en bicicleta, incluso viviendo cerca o en los 300 metros mencionados? Si nuestros patrones y actividades apuntan al uso del auto, es muy probable que bajemos nuestra accesibilidad a las áreas verdes y espacios abiertos, por tanto, la reflexión es que finalmente uno de los factores más importantes que definen la accesibilidad a las áreas verdes es nuestra movilidad diaria, siendo la caminata el modo más sustentable y saludable.
En nuestras ciudades sigue predominado la caminata como la forma más representativa de realización de los viajes diarios, pero lamentablemente las distancias recorridas cada vez son más cortas. Esto está sucediendo particularmente en ciudades medias, donde la caminata está siendo desplazada por el automóvil para realizar incluso viajes cortos de un kilómetro. Además, las ciudades medias se expanden en periferia y se caracterizan por un único centro, por tanto, el aumento de la motorización concentra los viajes hacia este, en consecuencia se incrementa la congestión vehicular.
Ampliando la discusión, se exploraron algunos datos de la última Encuesta Origen Destino (SECTRA, 2013) de las ciudades de Temuco y Valdivia, ambas con relativamente buenas dotaciones de áreas verdes, diez y seis metros cuadrados, respectivamente, pero ambas con un incremento en las tasas de motorización. Temuco aumentó de 0,39 (2002) a 0,53 (2013). Valdivia de 0,4 (2002) a 0,6 (2013). Considerando solo los viajes realizados en caminata, en Temuco se recorren 815 metros y mientras que en Valdivia 690 metros, en promedio. Al evaluar estos patrones de movilidad con la distribución de las áreas verdes y la inclusión de todos los viajes y todos los modos, observamos que en Temuco los viajeros recorrerían caminando en promedio 472 metros mientras que en Valdivia 237 metros. Si consideramos el valor estándar de 300 metros, solo en Temuco las personas estarían dispuestas a caminar los metros sugeridos para llegar a un área verde (Rojas, 2015).
En consecuencia estos son algunos matices de la dotación y accesibilidad a las áreas verdes, aún sin siquiera analizar las variaciones en la caminata que proporciona el género y la edad. Sin duda, intuyo que habrá diferencias entre hombres y mujeres o entre menores de edad y adultos mayores, los cuales caminan más lento. Asimismo, hay que considerar otra variable: el tamaño de las áreas verdes. En muchas ocasiones, bandejones y pequeñas plazas no aportan a la dotación y accesibilidad, siendo utilizados solo como lugares de paso.
Todas las iniciativas que ayuden a dotar equitativamente de áreas verdes a las ciudades chilenas, mejorar y recuperar espacios abiertos como humedales y riberas de ríos, sirven para vivir y trabajar a menos de 15 minutos caminando de un área verde, aumentando la probabilidad de realizar más actividades en ellas. Caminar más, conducir menos y más áreas verdes de calidad sin duda son algunas claves para la sustentabilidad de nuestras ciudades.
Referencias
– English Nature (2003). “Accessible Natural Green Space. Standards in towns and cities: a review and toolkit for their implementation”. English Nature Research Reports, (526), 98.
– OECD (2013). “The Chilean urban system and its challenges”. OECD Urban Policy Reviews
– Rojas, C. (2016) Postdoctoral Report Accessibility to Green Spaces in Chilean Cities. McMaster University, Canada.
– SECTRA (2013). Transport Origin-Destination Survey. Secretaria de Planificación de Transporte, Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, Gobierno de Chile. Online http:// http://www.sectra.gob.cl



